¿Y dónde consigo té verde tipo bancha? Me preguntaba en los primeros años del 2000, cuando lo descubrí como bebida esencial en la dieta macrobiótica. Recuerdo que lo encontré en una de las pocas tiendas naturales que había en ese momento. Después de casi veinte años, las tiendas naturales se multiplicaron, también las casas de té y a un ritmo menos acelerado pero constante cada vez es más sencillo encontrar diversidad de marcas y tipos de té en hebras o blends.
Más allá de esta anécdota al buscar un té específico, la evolución en Uruguay del consumo de té ha ido de a poco acoplándose a la tendencia internacional, aunque de forma más lenta y menos masiva que en otros lugares del mundo.
Pensemos primero en lo que era la norma hasta hace unos años y cuánto ha ido cambiando en la última década en ciertos nichos de mercado. De acuerdo a nuestra experiencia en talleres, ferias, eventos y grupos foco, en general las personas asocian únicamente al té negro como el único tipo de té, muchas veces llamado “té común”. Este tipo de té es un producto básico y accesible, tanto en hebras como en saquitos, que si bien tiene fluctuaciones a la alta o baja en el mercado, se mantiene primero en ventas, siempre tiene consumidores que valoran la estabilidad de producto en relación al sabor y precio, aunque no se fidelizan necesariamente con una marca ni no lo consumen a diario es un hábito comprarlo para tenerlo disponible. A su vez y en el otro extremo, también se lo considera (aunque cada vez menos) una bebida elitista y costosa, asociada a la tradición inglesa de las cinco de la tarde, en un espacio exclusivo para mujeres y acompañado de comida, que lo encasilló en un lugar clásico, únicamente femenino y para la clase alta.
A pesar de estas circunstancias, de forma gradual los tés saborizados y los blends empezaron a ampliar las opciones en las grandes superficies, con precios relativamente accesibles y continuidad en el stock para el consumo masivo y los restaurantes, almacenes y tiendas vegetarianas, empezaron a tener más ofertas de tés blancos y verdes de origen chino y japonés.
En el año 2010, la apertura de la Tienda del Té en Montevideo marcó un hito importante; fue la primera tienda de venta exclusiva de té en hebras y blends. Recuerdo muy bien la primera vez que fui en el 2011 y la sensación que sentí de estar viviendo una experiencia diferente como consumidora; antes de elegir podía sentir los aromas de las grandes latas de té puro o de las mezclas con otras materias primas, ver los colores, escuchar la explicación de cómo preparar cada té, esperar a que transcurrieran los minutos con un reloj en la mesa y aprender que cada variedad tiene su tiempo de infusión y temperatura. Esta forma de comprar le daba el valor agregado que buscaba.
También en el año 2010, en Rosario, Argentina, se fundó la Escuela Argentina de Té y el Club del Té. Dos espacios referentes en la formación de sommeliers y tea blenders en la región. El crecimiento de estas escuelas y la oferta de cursos fue un indicador de que un nuevo mercado estaba disponible; el del público que no solo estaba interesado en consumir té de calidad sino también en informarse e ir más allá del conocimiento básico y en aquellos que querían profesionalizarse para vender té o trabajar en servicios relacionados.
En los años subsiguientes empezaron a surgir eventos y locales especializados en té, especialmente en Montevideo; abrió una franquicia española que además ofrecía chocolate y café, visitó Uruguay un reconocido tea taster de Europa, Guillaume Leleu en 2012, las primeras generaciones de sommeliers empezaron a dictar talleres en diferentes casas de té y café, la sommelier Mónica Devoto inauguró el Primer Encuentro de Té en Montevideo con importadores de té y productos relacionados como vajilla, especias, hierbas y pastelería elaborada con té como ingrediente y surgieron las primeras ferias gastronómicas con stands de degustación de tés y blends.
Esta oferta tiene su correlación en la demanda de un tipo de consumidor; que tiene cierto poder adquisitivo, elige productos de “especialidad” y prefiere vivir experiencias además de consumir el producto, investiga de dónde viene, cómo y quiénes lo elaboran, consulta cuál es la mejor forma de prepararlo, y está dispuesto a desembolsar más dinero por un producto diferente y de calidad. No solo el té se vio afectado por esta tendencia, también el café, chocolate, aceites y vinos, entre otros productos. Además de la calidad, el comercio justo y el cuidado del medioambiente son factores que ahora pesan al decidirse por una marca u otra, especialmente la generación milennial. El hecho de estar conectados a redes sociales y sitios de Internet y poder acceder desde el celular al perfil de una marca en pocos segundos, investigar sus principios y la filosofía que hay detrás de quien lo vende y revisar los comentarios de otros consumidores, hace que la decisión de la compra esté antes de conocer el producto directamente.
Casi diez años después, la Tienda del Té tiene cuatro locales en diferentes lugares de Montevideo y más de 50 variedades entre tés, tisanas y blends. Los Encuentros de Té de Mónica Devoto van por la 5ta edición, las ferias gastronómicas con stands de té y tisanas cada vez son más a lo largo del año y han contribuido a dar más visibilidad al té como producto en sí mismo y no únicamente como acompañamiento en una merienda.
Además del perfil del consumidor que investiga antes de comprar, la preocupación por la salud y los hábitos perjudiciales relacionados con la comida y el alcohol le dieron más cabida al té, especialmente al verde y al blend con hierbas, porque se considera funcional para la salud; esto quiere decir que se elige primero por sus propiedades saludables o para suplantar bebidas azucaradas o sintéticas y en segundo plano por el gusto o sabor.
De acuerdo al informe de Euromonitor Internacional (que investiga períodos de 2012 a 2017 y pronostica hasta 2022): "Mientras otras categorías alternan períodos de crecimiento positivo y negativo, el té frutal/herbal ha mostrado un crecimiento constante en el periodo estudiado. Si bien son opciones más costosas que otras variedades, los consumidores que han optado por los tés frutales/herbales son más fieles a estos tipos de té que los que prefieren té negro, y además están dispuestos a pagar la diferencia en el precio. El consumo de tisanas de frutas y hierbas y el té verde continuarán creciendo. Las compañías locales que comercializan sus propias marcas de hierbas mantuvieron una participación significativa combinada en 2017 y fueron capaces de competir con compañías internacionales”.
Uruguay, aunque no sea productor de té, tiene una rica variedad de plantas nativas, que se consumen puras o en mezclas con té y que son beneficios para la salud. La promoción y valorización de lo autóctono también es una tendencia creciente, especialmente cuando se comprende que muchas de las propiedades que tienen los llamados superalimentos importados y de alto costo los encontramos en plantas que siempre estuvieron presentes, accesibles y pertenecen a la “farmacopea popular”. En este sentido, CEUTA, Centro Uruguayo de Tecnologías Apropiadas realiza el curso de Reconocimiento de plantas como medicina y promueve desde hace años la pequeña producción sin agrotóxicos, su reconocimiento, propiedades y manejo sustentable. La “vuelta a lo local” es una moda positiva.
Otro formato que se integró al mercado es el RTD (ready to drink), té embotellado para consumir natural o helado en el momento. El informe de Euromonitor los describe como “la categoría más nueva y pequeña de bebidas analcohólicas en Uruguay. Sin embargo, desde que llegó al país, la categoría ha sido aceptada por los consumidores, registrándose un aumento en el volumen de comercio mayorista y en el valor. De todas formas, el producto es nuevo, muchos uruguayos aún no saben de su existencia y el costo es elevado con respecto a otras bebidas”.
¿Y en el mundo que está pasando?
Según el informe de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) que hace proyecciones hasta 2027, “La producción de té negro, verde e instantáneo creció 4.4% por año en la última década. China fue el principal responsable de este crecimiento en el mundo, ya que pasó de producir 1.17 millones de toneladas en 2007 a 2.44 en 2016. En India, segundo mayor productor de té en el mundo, también aumentó la producción gracias al buen clima. Estos países destinan la producción al consumo local antes que a la exportación. Los mayores países exportadores de té son Kenia y Sri Lanka.
A nivel mundial, la producción de té negro aumentó anualmente un 3% y el té verde un 5,4% en la última década. Uno de los factores que explica el aumento en la producción y de las exportaciones de té es el conocimiento que ahora se tiene del impacto en la salud de las bebidas gaseosas. El té es uno de los principales beneficiarios a medida que también disminuyen las ventas de bebidas dietéticas, leche y jugo de frutas. El aumento en el consumo de té se explica además por el crecimiento en los niveles de ingreso per cápita, especialmente en China, India y otras economías en desarrollo y emergentes. También la demanda se expandió significativamente en la mayoría de los países productores de té en Asia, África y América Latina. A propósito, lo largo de los años, se han sumado más países a la lista de productores tradicionales, y hoy existen 62 países entre grandes y pequeños productores con granjas experimentales (según datos del sitio American Specialty Tea Alliance). En América, además de Argentina que es el décimo productor mundial y el mayor de América del Sur, el té es producido por Brasil, Chile, Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia.
En Europa los patrones de consumo de té muestran otra realidad: “En los países importadores tradicionales de Europa (excepto Alemania) y Rusia, el consumo de té per cápita disminuyó en la última década. El mercado europeo del té está maduro y saturado y se intensificó la competencia de otras bebidas, particularmente agua embotellada y gaseosas. En Rusia influyó la baja del precio del petróleo que generó un impacto negativo en las importaciones de té.
Para contrarrestar este estancamiento en Europa, el informe sugiere estrategias como la mayor promoción de tés diferentes, orgánicos y de especialidad y apostar a atraer al público más joven, que se interesa por experiencias nuevas, sofisticadas y sustentables.
El cambio climático también es un factor crucial en la producción de té y uno de los responsables por los que, por ejemplo, disminuyó la producción en Sri Lanka. Se debe hacer esfuerzos tanto en cuidar el medioambiente para evitar desastres naturales como las inundaciones y sequías, que afectan los cultivos y como para optimizar los procesos de producción del té para que contaminen menos.
Volviendo a Uruguay, para los conocedores, entusiastas o fanáticos del té la oferta y calidad aumentó. De todas formas sigue habiendo “debes”, especialmente en la información disponible de los tés de consumo masivo. Saber si es fresco, cuándo se cosechó, dónde y cuál es la fábrica y plantación, qué propiedades tiene y cómo prepararlo siguen siendo datos difíciles de obtener y no están disponibles a todo público, que a veces ni siquiera tiene en cuenta la importancia de esa información. Con más educación se puede elegir mejor e incorporar el té y hierbas nativas a la dieta diaria, por placer y por salud. Otros desafíos implican lograr que el té y su preparación deje de asociarse al mundo estrictamente femenino y se amplíe el consumo sin distinción de género ni edad. Existen tisanas, tés y blends ideales para que las consuman los niños y en ese sentido introducirlos en las escuelas puede ser una buena idea, así como tisanas y blends llenos de minerales, ideales para deportistas. También hay que trabajar mucho en lograr que se elija al té como bebida práctica, que se compra hecha y se consume en el momento (promover los RTD), en la calle o de paso, a cualquier hora y circunstancia y al mismo tiempo no perder el “ritual del té”, conectando la preparación con regalarse tiempo, compartir con otros bajar la ansiedad y el estrés.